áreas
de trabajo |
la
participación social
y la educación |
concejo
educativo |
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Algunas
ideas clave
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Cuando
hablamos de participación social tenemos en cuenta al menos dos
características específicas:
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El
fin: va más allá de lo individual o corporativo, su compromiso va
dirigido hacia la sociedad.
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Por
otro lado, la forma: construir y decidir colectivamente da una idea
del tipo de sociedad que se quiere.
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A
pesar del contexto en que nos movemos, existen movimientos
sociales críticos, globales que cuestionan un modelo social que sólo en apariencia
cree en ellos. Estos movimientos, además de permitir la conexión
social, constituyen un modelo para intervenir.
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Elegir
la participación social como un eje
educativo implica el desarrollo
de:
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En
relación con las actitudes: suficiente grado de autoestima y de
autoconfianza para intervenir, respeto a otras personas, implicación en
el entorno social y su problemática, sentido crítico...
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En
relación con las capacidades y habilidades: desarrollo equilibrado
de lo emocional y lo cognitivo, explicitar y denunciar conflictos,
realizar proyectos conjuntamente con otras personas, tomar decisiones,
manejar los mecanismos de participación...
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En
relación con los conocimientos: saber cómo funciona el sistema
social, conocer sus características en contraste con otros, conocer
modelos alternativos, entender los conflictos como algo inherente a la
convivencia social....
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Puesto
que la participación social no puede desarrollarse en el vacío,
solamente con intenciones, resulta imprescindible tener en cuenta los condicionantes
sociales y educativos que dificultan o favorecen la participación. A
la vez, hay que definir los cambios
necesarios, llevando a la práctica
los que estén en nuestras manos y reivindicando aquellos que nos
trascienden, generando en uno y otro caso una profundización de los
procesos participativos.
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La
participación no puede ir dirigida sólo a un sector de la población:
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En
primer lugar, debe trabajar de tal manera que dé cabida a las diversidad
de las personas implicadas; hoy, ciertas características que pudieran
significar diversidad, se convierten en elementos de desigualdad y
discriminación (formas de pensamiento no deductivas, culturas
diferentes...), por lo que hay que cambiar los mecanismos que lo provocan.
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En
segundo lugar, y simultáneamente, ha de buscar la igualdad de
posibilidades ante la intervención social. Dado que partimos de una
situación de desigualdad social y de poder, esto implica potenciar a
quienes están en mayor situación de dominación (por sesgos étnicos,
socioeconómicos, de género...).
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