A todo se le llama convivencia. Hasta la comisión de convivencia del Consejo Escolar(que ahora se propone desde la Junta revitalizar) ha sido en general de disciplina. En muchas conversaciones, sobre todo entre el profesorado, se habla de mejorar la convivencia en el centro, cuando en realidad se pretende mejorar la disciplina en las clases. Quizá sea porque es lo que más afecta a quien está “impartiendo clase”.
Es evidente que la disciplina es parte de la convivencia de un centro (pero no toda). Es lícito, por tanto y en mi opinión, enfrentar el problema de la disciplina, sabiendo que es una parte del todo y que detrás hay múltiples cuestiones a tener en cuenta. Eso sí, hacerlo desde un punto de vista democrático y con objetivos de formación claros, la autoresponsabilidad “crítica” por ejemplo.
Respondiendo a algunas preguntas quizá entreviéramos qué hay detrás. ¿No es diferente la disciplina o la indisciplina dependiendo de la actividad en la clase o el tema que se esté tratando, el grado de motivación para el alumnado, lo repetida que sea ya una actividad, la hora en que la hagamos, etc. etc.?.
¿Por qué la disciplina no es la misma con las diferentes personas, con las relaciones que establece cada profesor o profesora con el alumnado o de cada centro? ¿cómo es que depende de la claridad o improvisación en la aplicación de las normas o del incumplimiento de las promesas (incluso los castigos)?.
Quizá tratar la disciplina-indiciplina en serío, enfrentando el problema, nos llevaría a revisar el contenido, el método, la forma de seguimiento de normas,la forma de implicar y enseñar a negociar al alumnado, de tener en cuenta a todo él, y de otros muchos aspectos. Quizá se trate de pasar del autoritarismo poco democrático a la intención de ganarse una “autoridad moral” más participativa.
M.A.A.S.