Luis Conde Martínez. Profesor de Primaria. Trabaja en el C.P. “Padre Manjón” de Burgos.
Los niños no son futbolistas perezosos a los que animar con pancartas para que corran por las líneas de un libro. Basta con que en la Escuela haya una biblioteca de colegio o de aula, mejor las dos, con libros adecuados; un servicio de préstamo; un tiempo semanal, si no diario, dedicado a leer, sin más; unos momentos para que mutuamente se recomienden libros; consejos a sus padres para que les compren libros, mejor con sus hijos, y sean éstos quienes, después de ojear en las librerías, elijan.
Añadamos al hábito de la lectura en silencio, que es nuestra meta, la lectura frecuente en voz alta por el maestro de cuentos, capítulos, poemas _ éstos también por los niños, individual y colectivamente – , lecturas dramáticas…….
Al margen de la lectura en sí es interesante el libro – forum donde se comenten valores, estructuras, características y objetivos de los personajes… pero sabiendo que es secundario al acto de leer.
Si el alumno, después de esto, no ama los libros, que se lo coma el Lobo. No vale proponer fichas de actividad frenética, concursos moluscos, días del Quijote y su molino, y semanas de Caperucita y su nutritiva cesta, que quitan tiempo de lectura real. No está mal si estas actividades las organizan los CEAS, Ayuntamientos, Juntas, y Cofradías Varias, unos con buena voluntad y otros para hacer que hacen y alardear de estadísticas y otras falacias. Los niños, con ello, seguramente hasta se diviertan, salten, griten, manoteen… indicios de que les gustan las gimnasias motivadas por el libro, no su lectura.
Ésta exige silencio, intimidad, pensamiento, imaginación y, a veces, cierto esfuerzo.
Para aficionarse al ciclismo no es menester dibujar bicicletas de colores, o cantar el código de circulación, sino montar en la bicicleta. Para disfrutar de los libros, hay que montarse en la escoba de la bruja.