La mercantilización de la educación
Cuando denunciamos la mercantilización y privatización de la educación en todos los ámbitos y de la educación superior con el Plan Bolonia, no estamos siendo alarmistas o luchando contra fantasmas que no existen. Son las medidas que se toman diariamente y que afectan al ámbito educativo las que muestran la cara oculta de ese Plan Bolonia y del avance privatizador en el terreno educativo, disfrazado muchas veces con términos tecnológicamente innovadores.
A comienzos del mes de mayo el Gobierno anunciaba que se estaba negociando un plan de digitalización del sistema educativo con empresas fabricantes de procesadores, editores de libros y operadores de telefonía. Este plan consiste básicamente en dotar al alumnado de un mini-PC, ADSL y wi-fi (internet sin cables) y que las editoriales elaboren los contenidos digitales.
Para ello se lanzan eslóganes y se utilizan términos mágicos en boga hoy en día: construir “la escuela del futuro, la escuela 2.0”. La pregunta es si la escuela del futuro debe consistir únicamente en dotar de ordenadores y conexión a internet en las escuelas. Los aparatos tecnológicos no sirven de nada si el profesorado y la comunidad educativa no sabe qué hacer con ellos y quedan aparcados y progresivamente obsoletos, como así ha sido con buena parte del equipamiento de ordenadores, que se ha venido enviando a muchos centros educativos. Se dota de aparataje que darán un pingüe beneficio a unas cuantas empresas, mientras se implantan los nuevos grados y máster de formación del futuro profesorado en las Universidades Públicas a coste cero (se afirma que para esto no hay presupuesto) y se reduce drásticamente el contenido sobre nuevas tecnologías y educación en dicha formación. Se le ofrece a la comunidad educativa nuevas herramientas manteniendo las viejas metodologías. Parece que nos proponemos conseguir un alumnado 2.0 con una escuela 0.7 en recursos educativos, dotación de profesorado, formación del profesorado, metodologías utilizadas, organización educativa, etc. ¿No sería más adecuado invertir justamente en aquellas “innovaciones” que realmente necesitamos? ¿O es simplemente un brindis a la galería para salir en la foto y promover negocios?
Las empresas se frotan las manos con este nuevo “negocio”. Porque hacer negocios con el dinero de nuestros impuestos siempre es rentable. Como proclaman los titulares de prensa “durante meses editores y técnicos de la Secretaría de Estado del Ministerio de Educación, que dirige Eva Almunia, han negociado esta gran oportunidad para la industria editorial”. Si en el año 2007 los beneficios de la industria editorial fueron más de 800 millones de euros (más las exportaciones), que se reparten entres tres o cuatro editoriales, imaginen lo que supondrá que 2,6 millones de alumnos y alumnas de primaria aproximadamente, reciban un mini-PC con el software de Microsoft preinstalado. Si se considerara un precio (rebajado) de 60 euros por cada sistema operativo y de otros 52 euros por cada licencia de Microsoft Office para estudiantes, estaríamos hablando de un gasto anual de casi 100 millones de euros. A lo anterior habría que sumar otros costes de licencias, como el antivirus, indispensable para ese sistema operativo (e innecesario para el software libre Linux) y que exige contratar actualizaciones de aproximadamente 25 euros anuales por usuario o usuaria, además del coste de todo el resto de aplicaciones de uso común para Windows, muchas de ellas muy costosas. Por último, hay que tener en cuenta los sobreesfuerzos de mantenimiento que requiere Windows y que tendrían que sufragar las propias comunidades autónomas. En un momento tan grave de crisis y de sacrificio para más de 4 millones de españoles sin trabajo es realmente escandaloso el que se conciba la mejora de la educación como oportunidad de negocio para unas cuantas empresas privadas.
Además, como afirma el profesor Jordi Adell, este “negocio” apuesta por el software propietario, pasando por encima de los proyectos de software libre de una serie de comunidades autónomas que llevan trabajando en ello hace años, lo que prolongará la dependencia tecnológica y económica de las empresas privadas. No tiene en cuenta a los docentes con experiencia en el uso real de las nuevas tecnologías, ignora sus necesidades reales y todo el trabajo desarrollado hasta la fecha. No tiene en cuenta los derechos básicos de los ciudadanos y las ciudadanas a una educación de calidad y gratuita durante el periodo obligatorio y las posibilidades de desarrollo de un país con libre acceso al conocimiento y la cultura. La cultura, para Zapatero, sentencia este profesor de la Universidad Jaume I de Castellón y experto en nuevas tecnologías, es otro sector económico más, no un derecho. En realidad no tiene nada que ver con la educación. Zapatero no apuesta por los docentes, el alumnado o los ciudadanos y las ciudadanas, apuesta por el negocio. Es un plan para aumentar los beneficios de varios sectores de la industria y el comercio, ignorando lo más básico acerca de las nuevas tecnologías y la pedagogía, puesto que no es un plan para cambiar nada de lo que ocurre dentro de las aulas. Los docentes parecemos no pintar nada en esta historia. Pero podemos librarnos de Windows y usar software libre y enseñar que la cultura es un derecho y no meramente un negocio. Podemos enseñar que compartir el conocimiento está bien y no es ni delito ni de tontos, afirma Adell. Estoy totalmente de acuerdo. No podemos confundir la educación 2.0 con el negocio 2.0 que algunos se apresuran a firmar.