Pequeño análisis y propuestas ante las elecciones de 2010
De nuevo se celebran elecciones a Consejos Escolares. ¿Qué sentido tienen?. Siguen convocándose, se han definido nuevas figuras(representantes de convivencia e igualdad), pero ¿por qué ha dejado de ser un acontecimiento en los centros?.
En este artículo, se parte de unas breves referencias a la situación actual de los Consejos Escolares y de la participación en general dentro de los centros. En una segunda parte se lanzan algunas ideas de hacia dónde caminar
Contenido
¿Qué evolución ha tenido en los centros la participación?
En general, el modelo participativo es el de la democracia “formal”, aunque vacía de contenido. Se escoge a una persona para que nos represente en un organismo, mientras que nos desentendemos totalmente de los asuntos.
Desde las instituciones
Desde las administraciones no se fomenta ,en realidad, ningún tipo de participación, se tiende a un reparto de las tareas y se dejan las decisiones en manos individuales, se huye del debate de problemas, etc. Tampoco se potencian procesos de aprendizaje de la participación. En todo caso se tolera una participación formalista, delegada , institucionalizada y basada en una carencia de responsabilidades, pero sin ni siquiera conformando un modelo fuerte de ese tipo. Parece que tener representantes queda bien, pero son en realidad una pesada carga.
La forma de actuar de la institución se basa en hacer que las decisiones se dejen progresivamente en individualidades para exigir responsabilidades concretas y controlar los procesos: direcciones de centros, responsable de convivencia , etc No se cree en lo colectivo en la democracia participativa. ¿Es ese un modelo empresarial?.
Paralelamente o como consecuencia de lo anterior, no se potencian y se quitan responsabilidades a los colectivos: Consejo Escolar, Comisiones de Convivencia participativas, Claustros, asambleas o coordinación de representantes de alumnado (que no se plantean), ni de familias. El colectivo queda para el papel de “asesoría” y valoración o iniciativa, en el mejor de los casos.
A los centros se les mide su eficacia por el número de actividades que el centro es capaz de sacar adelante, pero no por el proceso de implicación que se logra con los procesos que se siguen, por muy educativos que sean. Por ejemplo, se suele valorar más el hecho de que salga una actividad en un día de actividad diferente del centro, que el que esté organizada de forma colectiva e intervenga realmente el alumnado. Esto hace que aprendizajes como la participación queden relegados.
Desde la realidad de los centros
Por otro lado tampoco existe, por parte de los diferentes sectores de los centros, una claridad de ideas y propuesta respecto a la participación.
Es complicado que en los centros algo global como la participación, que requiere actuaciones sobre el terreno, sea un eje de reflexión y puesta en práctica. Hay varias razones:
-Falta de creencia en lo colectivo dentro de los centros.
Hoy en día la falta de creencia en lo colectivo y la falta de implicación en los centros es una realidad. No se sienten los centros como algo propio en lo que se debe actuar. Existe una falta de identificación, no digamos ya de implicación, con la marcha del centro por parte de la gran mayoría de las personas que forman la comunidad educativa.
Como no nos interesan las reuniones acaban siendo un trámite y como las reuniones son un trámite, no nos interesa. Es el pez que se muerde la cola.
Todo lo referente a la participación está desmantelado en la generalidad de los centros. Es muy difícil cambiar esa situación. Se eligen delegad@s, no se sabe muy bien si para ir a por la tiza y cuidar mientras no está el profe (que es aún más contradictorio). En las elecciones a Consejo Escolar hay que buscar personas que quieran ser candidatas a última hora, sin ningún plan, sin ninguna propuesta, sólo para cubrir el puesto. No se encuentran muchas razones ni para ser representante en las aulas, ni en el centro. Quizá sea debido a esa falta en la toma de decisiones posible en todos los niveles.
El interés y la vida de lo centros se está individualizando (en cuanto a la dinámica que se sigue y al interés que cada cual defiende), por la política de las instituciones, como ya se ha dicho y por la actitud de las diferentes personas del centro. Hasta las AMPAS, antes dinamizadoras en la parcela de actuación de las actividades(además de otras en que actuaran), ahora, una vez que se las han arrancado, están quedando consumidas.
En los centros no se discuten cuestiones educativas comunes, no interesan. Sólo interesa que el centro vaya , lo que se entiende por BIEN, según los criterios de eficacia que se comentan más arriba. Sólo se participa y se pone más interés ante la queja: peticiones a las Direcciones Provinciales, por ejemplo, ante un problema o carencia concreta. .
-Atomización en los centros y falta de tiempos.
En vida de los centros no hay calma, no hay momentos en que se pueda pensar en lo qué hacer con cierta tranquilidad. Los procesos de actuación en los centros están atomizados. Ahora la formación (que sería un posible espacio de reflexión) también lo está. Desde la institución llegan multitud de proyectos, muy concretos, a los que hay que responder (pizarra digital, plan de fomento de lectura, plan de convivencia, plan de diversidad, etc). En algunos casos son meramente técnicos o sin sentido en sí mismos (como manejar la pizarra digital para seguir potenciando el papel omnipresente del profesor o profesora y no como una herramienta incluida en dinámicas más generales). En otros casos no es que no haya que hacerlos, pueden ser interesantes, pero suponen una dedicación de tiempo en parcelas que impiden grandes ejes de transformación en los centros, como la participación.
-Institucionalización.
A un trabajo colectivo puesto en marcha de forma voluntaria, se le dedican muchas horas y es gratificante para quien lo está llevando a cabo. Algo así es lo que puede producir cambios en los centros. En muchos casos, para continuar con ese proyecto se sustituye el tiempo de trabajo por el de “elaboración por escrito del proyecto exigido por la Administración”. Ese periodo puede requerir un esfuerzo que anule la posibilidad de seguir llevando la práctica al ritmo que se hacía.
Reflejo en los Consejos Escolares
La participación a través de los Consejos Escolares debiera ser positiva y repercutir en el mejor funcionamiento de los Centros, porque conlleva un compromiso y responsabilidad mayor de la Comunidad Educativa en todos los aspectos educativos de los Centros.
Sin embargo el Consejo Escolar ha perdido competencias: elección del Equipo Directivo, implicación en el proceso diciplinario, etc. Con ello su papel se ha desvirtuado y su influencia se ha desvalorizado.
El Consejo Escolar es hoy en día, por tanto, un órgano parcialmente anulado. No obstante antes también estaba debilitado: no eran eficaces las reuniones, a veces se hacían , incluso, tediosas e inútiles. No han sido en general, órganos participativos, los Consejos Escolares. Todo ello ha tenido consecuencias, como que la asistencia del alumnado a los Consejos en los centros en que podìan, se ha hecho más irregular en los últimos años.
Lo anterior no quita para que en algunos centros, más o menos de manera excepcional, pudieran plantearse, a través de los Consejos Escolares, cuestiones más relevantes, debates a partir de las leyes, en los que había sectores de la Comunidad Educativa que estaban a favor o en contra, a veces con visiones muy enfrentadas. Había en algunos casos, debates que generaban compromisos de cambios en la Comunidad Educativa.
Ahora los Consejos Escolares son órganos prácticamente ignorados.
Propuestas para transformar la participación, desde los Consejos Escolares
Sería deseable ir diseñando pasos para que la mayor parte de la comunidad educativa sienta el centro como algo suyo, que se debata su funcionamiento, que se realicen propuestas,…Las líneas de actuación que se proponen se engloban en tres apartados:
1.- En su actuación específica:
Habría que perfilar objetivos muy concretos de participación, sin pretender abarcar todo. Por ejemplo:
Generar un núcleo de personas en torno a la persona responsable de igualdad.
Generar un núcleo de personas en torno a la persona responsable de convivencia.
Establecer formas concretas de conexión con la realidad del centro para fines muy concretos y temporalmente controlables:
— a través de las AMPA, representantes en cursos de las familias, de alumnado, etc (actualmente ni siquiera los representantes del alumnado deben estar conectados con el Consejo Escolar).
— Tratando de conectar distintos sectores para cuestiones muy concretas.
— Llevando al terreno de lo real y concreto, fines difusos del Consejo Escolar, como la evaluación del centro.
En todos los casos habría que cuidar, paralelamente, el dar una buena información pública de lo tratado en el Consejo Escolar y de la dinámica generada..
2.- En su funcionamiento interno
Sería muy importante:
Variar la dinámica de las reuniones para que fueran algo asequible y cercano a todo el mundo, por ejemplo, haciendo un orden del día colectivo y más participativo, rotando papeles de coordinación del debate, etc.
Lograr una dinámica de convocatoria más autónoma en la que pueda participar todo el mundo (por ejemplo, orden del día compartido antes de la reunión) y no estar pendiente de los plazos que fija la gestión del centro.
Dotarle de mayor autonomía y perspectiva de trabajo compartida, con pequeños detalles como que se autoconvoque de una reunión para la siguiente.
3.- En el fomento de la participación.
Desde el Consejo Escolar se pueden lanzar líneas de actuación hacia el centro que ayuden a potenciar la participación como un eje trasversal de actuación en el mismo. Por ejemplo:
Proponer actuaciones que refuercen los núcleos organizados en el centro (como las AMPAS) o dar a lugar a que aparezcan:
— comisiones organizadoras de…( días de actividad diferente, salidas de naturaleza…),
— círculos culturales ( musicales, teatrales, etc) o sociales ( agrupaciones medioambientales, de solidaridad, de igualdad de género…),
— puntos de información (juvenil, de ocio, laboral…),
— etc
Se trataría de que tuvieran relación con la vida del centro y una cierta relevancia.
De una forma general hay que tener en cuenta que la participación real, casi siempre, se ha comenzado a partir de núcleos de personas (profesorado, familias-AMPAS, alumnado en menos casos) que se autoorganizan para ir en busca de cambios concretos (sean potenciados desde la institución o no). Aunque esos núcleos sean pequeños y provengan de diferentes lugares, es importante que existan y se relacionen entre ellos, que se refuercen mutuamente. Quizá se debería actuar en forma de red, tanto dentro de los centros como fuera de ellos.
Esos círculos o agrupaciones generados desde el Consejo Escolar, son los que podrían actuar en forma de red, con la participación como eje compartido, para autopotenciarse y ganar mayor conciencia de su papel. En muchos casos podrían llegar a ser colectivos de conexión del aula con el mundo organizado externo.
Organizar comisiones mixtas para conectar con temáticas concretas, en las que participara alguna persona perteneciente al Consejo Escolar y otras de fuera: igualdad de género o convivencia, comentadas antes, pero también otras como relación e implicación con el entorno, con otros centros de la zona, o más concretas como fomento de lectura, actividad intercultural, acogida de nuevo alumnado, etc. Estas podían tener un progresivo grado de autoorganización e ir informando al Consejo Escolar.
La mayor representatividad de los diferentes sectores ha sido siempre una reclamación de éstos. De esa forma podría mejorar la dinámica de los Consejos de esa forma podría mejorar, aunque, en la situación que viven actualmente no tienen mucho sentido proponer un mayor número de personas sin un fin claro que suponga una participación más real. La adopción de formas como estas comisiones mixtas podría ser una salida más efectiva.
Dar plazos
Si apoyamos de nuevo la existencia de Consejos Escolares deberá ser porque la democracia y la participación en los centros está ganando con ellos en algún aspecto, porque se avanza hacia que la idea de que el centro en su conjunto sienta el Consejo Escolar como algo propio, porque se gana en compromiso y responsabilidades colectivas con la mejora de la Educación.
Para ello son necesarias marcar dinámicas más tangibles, concretar los temas y la forma de actuar, para que sea algo cercano a todas las personas que lo forman, dejar claros los plazos en que debemos conseguir avances.
Quizá, si trascurrido un primer plazo de este periodo de Consejo Escolares (fijado en función de los fines, un año, dos…) se debería plantear la necesidad de abandonarlos y buscar formas alternativas de participación.