Los recortes a la educación pública que se están efectuando en las comunidades autónomas regidas por el PP marcan el camino de las nuevas políticas sociales que se están aplicando en toda Europa con la excusa de la crisis. No podemos olvidar que los principales afectados por este nuevo golpe a la educación pública no son los profesores y profesoras sino el alumnado. Se está recortando en la Educación de nuestros hijos e hijas.
Corre por la red un vídeo en youtube titulado “Mala Educación: Nos jugamos nuestro futuro”. En él se plantea de una forma clara y sintética cómo la educación, un bien esencial para la sociedad y para nuestros hijos e hijas, está sufriendo un continuo recorte de inversión y recursos en los últimos años.
Estos recortes están aplicándose en todo el Estado. Madrid está siendo un exponente del camino que han emprendido las Comunidades Autónomas gobernadas por el PP o CIU (Murcia, Valencia, Galicia, Castilla-La Mancha, Cataluña…), pero el resto de las comunidades gobernadas por el PSOE parecen continuar una senda similar. El motivo que esgrimen es la necesidad de ahorro aprovechando la excusa de la crisis. Pero medidas de ahorro se llevan aplicando desde hace mucho tiempo en la escuela pública, como la última bajada de sueldo del 7% al profesorado, mientras en Castilla-La Mancha, por poner un solo ejemplo, la señora Cospedal ha subido el sueldo a sus asesores.
Además, simultáneamente a estos recortes, se están implantando ventajas fiscales para quienes estudian en centros privados y se va aumentando la inversión en la privada y los conciertos educativos: desde 2006 ésta ha crecido en conjunto un 26% en Madrid, mientras que la inversión en enseñanza pública ha caído casi un 50%. Por lo que no parece que el motivo de los recortes en lo público sea realmente el ahorro. Y en caso de establecer medidas de ahorro ¿no habría que empezar por priorizar el ahorro en armamento, o bienes de lujo o rescates a bancos antes que en educación?, o ¿no tendríamos que aumentar la recaudación fiscal de las grandes fortunas y de los paraísos fiscales, para tener una educación pública digna y de calidad?
Entre los recortes más llamativos, destacan el aumento de horas lectivas semanales y la no consideración como lectivas de las horas de tutoría, actividades extraescolares y de jefatura de departamento. Además, se aumenta la ratio de alumnado por aula de 25 a 30 (en algunos niveles casi 40), se reduce el número de materias optativas, y se amplía la consideración de “materias afines”, de manera que se permite al profesorado impartir materias distintas a su especialización.
Claro que estas medidas son consecuencia del recorte de profesorado. Porque lo que se pretende con el aumento de horas lectivas no es que trabajen más sino ahorrarse la contratación de 3.200 interinos en la educación pública madrileña, que equivalen a 5,5 millones de horas de trabajo docente al año. En Madrid se ha recortado así un 12% de plantillas en Secundaria, mientras el número de docentes en la enseñanza privada aumentó ese mismo año en 771, en un año en el que el número de estudiantes ha aumentado en 15.000.
Como denuncia la plataforma de acción ciudadana “Soy pública”, estos recortes se enmarcan dentro del paulatino proceso de privatización que está sufriendo la enseñanza pública y que tiene lugar a través de numerosas medidas que van disminuyendo la calidad de los centros, al tiempo que degradan las condiciones laborales del profesorado, especialmente de los interinos, quienes sufren cada vez mayor inseguridad laboral: vacaciones no remuneradas, turnos de media jornada o incluso de un tercio o un cuarto, menor número de vacantes, etc.
Estos recortes de profesorado se traducen en la eliminación de desdobles de Lengua, Matemáticas y otras materias, la desaparición de grupos reducidos de Inglés, la reducción del número de asignaturas optativas, el cierre de la biblioteca y de otros servicios, el peor funcionamiento de los medios técnicos, informática, audiovisuales…, la reducción de las guardias de patio y de aulas, la reducción o eliminación de las actividades extraescolares, la menor disponibilidad de los equipos de Orientación, la reducción de la atención al alumnado con problemas de aprendizaje, etc.
Algunos dirigentes del PP (Esperanza Aguirre, Ana Botella, etc.) han reaccionado ante las críticas de estos recortes por parte del profesorado, tratando de desprestigiar a los docentes insinuando que trabajan poco. Dando datos falsos sobre las horas de trabajo del profesorado en los que sólo hablan de las horas de docencia directa, es decir, las horas que están físicamente delante del alumnado. Es como si contáramos las horas que trabajan Esperanza Aguirre o Ana Botella en función del tiempo que están sentadas en su escaño o a los presentadores de televisión por el tiempo del programa en el que salen o a los futbolistas por la hora y media a la semana del partido de liga.
Como dice Elvira Lindo a algunos políticos y políticas se les llena la boca con que no hay inversión más útil en nuestro país que la destinada a educación, hasta que un día se ponen a hacer números y empiezan por ahí: prescindiendo de interinos y poniendo sobre los hombros de cada trabajador dos horas más. No se puede confundir intencionadamente horas lectivas con horas de trabajo, porque alienta la sospecha de que los docentes gozan de más ventajas que el resto de los trabajadores y trabajadoras. Estos discursos surgen reiteradamente siempre que se trata de estrechar los derechos laborales en la enseñanza, como dice esta escritora, porque ser docente no consiste solo en dar clase. Entre las clases, tutorías, claustros, horas de biblioteca, reuniones con los padres, actividades de apoyo y refuerzo y correcciones de exámenes completan sobradamente sus 37,5 horas semanales, que es en realidad su jornada.
Si no que se lo digan a la jefa de estudios del IES Lázaro Cárdenas que se pregunta irónicamente si, a partir de ahora, según las nuevas orientaciones ¿ya no tengo que permanecer en el centro 27 períodos semanales y dedicar 10 horas y media semanales a claustros, juntas de evaluación, preparar mis clases, preparar exámenes y corregirlos, guardias de patio, atender a la biblioteca a razón de 5 horas semanales? ¿Ya no tendré que acudir a las reuniones de tutores para coordinar el plan de acción tutorial con la orientadora? ¿Ya no tendré que tratar nunca más en la hora de tutoría que, afortunadamente ya no existe, de temas tan intrascendentes para nuestros alumnos como la resolución de conflictos, la autoestima, el compañerismo, el tabaquismo, la anorexia, etc.? ¿No tendré que controlar el absentismo de los alumnos de la tutoría que nunca me asignarán? ¿No tendré que detectar nunca más las carencias, los problemas y las necesidades de mis alumnos y alumnas?
No podemos olvidar que los principales afectados por este nuevo golpe a la educación pública no son los profesores y profesoras sino el alumnado. Se está recortando en la Educación de nuestros hijos e hijas. Por eso el profesorado se está movilizando para defender la dignidad de todos los profesores y profesoras como trabajadores y la calidad de la Educación que dan.