Marta Merino Fariñas. Directora del CEIP Miguel Iscar.
Lograr la implicación de todos los agentes de la comunidad educativa y la mejora de la convivencia.
En contextos desfavorecidos como el nuestro, donde los problemas de desigualdad y pobreza debidos a carencias culturales y económicas, donde las condiciones externas parecen apuntar más hacia el fracaso escolar y la exclusión social nace y tiene sentido desarrollar actuaciones educativas de éxito, las actuaciones educativas que mejores resultados están obteniendo a nivel mundial. Tradicionalmente, en el Centro se había confundido trabajar la diversidad con aceptar el fracaso escolar e imponer currículos de poca calidad.
Esta situación había dado lugar a conflictos constantes entre el alumnado, el profesorado y lo que parece lógico, con las familias. Digo esto último, porque ¿Realmente estábamos proporcionando la educación que querríamos para nuestros hijos e hijas? La respuesta era clara y por supuesto la indignación de las familias estaba totalmente justificada, porque aunque se trate de familias de muy bajo nivel cultural y social y de etnia gitana lo más importante para cualquier padre o madre son sus hijos “¡Señores, era hora de ponerse las pilas!” Tras un análisis exhaustivo de la situación comenzamos a diseñar y a elaborar planes con un único objetivo y sentido: El éxito escolar y la mejora de la convivencia para todo el alumnado. Para lograrlo comenzamos a realizar cambios en la práctica educativa para conseguir la utopía de aquella escuela o de la educación que todo el mundo quiera tener, y sobre todo, hacer realidad el sueño de que en ningún niño ni niña quede marginado/a etiquetado/a por la procedencia de su clase social, etnia, estatus económico, género, etc. La alternativa no era una más, era transformarnos en Comunidad de Aprendizaje. Veamos ahora cómo todo esto ha ido contribuyendo a mejorar la convivencia de nuestro cole. Tras la fase de sensibilización, la toma de decisión fue clara y contundente: ¡Nos Transformamos! Es fascinante comprobar como los valores de la cooperación y la solidaridad que se fomentan en todos los momentos de la transformación de una comunidad de aprendizaje facilita que todas las personas tengan posibilidades de aportar opiniones para construir un proyecto conjunto. Es especialmente importante recalcar que las altas expectativas son un elemento imprescindible para que esta transformación sea una realidad. Sin altas expectativas en el alumnado, las familias y el profesorado… la transformación no es posible. En esta línea debíamos potenciar y aumentar las interacciones, y por ello comenzamos con el programa de Juegos en el patio, surgió como alternativa a la pasividad de los alumnos durante el periodo escolar del recreo y como instrumento para combatir algunos problemas de convivencia (peleas generalmente), ya que el juego era una herramienta de trabajo extraordinaria para aprender a convivir y disminuir los conflictos. En él han participado todos los cursos, organizados por ciclos y se han cosntruido los juegos de forma dialógica, respetando yvalorando las opiniones de todos y todas, haciendo sentir partícipe a cada miembro de la comunidad. A la vez, esto se ligó al proyecto curricular, porque no creemos en un currículum de la felicidad, sino que a los juegos deben acmpañarles aprendizajes que mejroen los resultados.
Utilizamos metodologías de aula basadas en las interacciones y el trabajo en grupo. Comenzamos con el diseño de diferentes talleres para desarrollarlos en horario extraescolar: El Taller de cuentos, para realizar cuentos e inventar y aprender historias a través de juegos. Participaron los niños de primero y segundo niveles de Educación Primaria. Colaboraron algunas madres de forma activa elaborando disfraces e interactuando en algunos juegos. El Taller de comunicación fue diseñado para los alumnos de tercer ciclo de Educación Primaria. Una característica innovadora de este taller fue la apertura de esta actividad al barrio, de esta forma pudieron participar niños escolarizados en otros centros que residían en la zona. Hemos realizado dos actividades básicas: Periódico Cachapaos ( Traducción: “Gitano por los cuatro costaos”) y el taller de radio. Con estas acciones hemos querido mejorar la convivencia al mismo tiempo que los contenidos instrumentales (expresión oral, escrita, lectura, organización de las ideas, etc). Para el desarrollo de este programa trabajamos en colaboración varias entidades: AMPA, Consejo Social del barrio y diferentes ONGs.
Nos dimos cuenta de que la transformación era posible, de la necesidad de desarrollar una acción conjunta y consensuada mediante una organización abierta y participativa. Es así como surge nuestra escuela de familias. Tan importante o más que la formación del profesorado es la de todos los agentes que interactúan con el alumnado. Por eso, en función de sus demandas e intereses, trabajamos diversas actividades con las familias y se han iniciado para ellas una serie de talleres en el colegio. Comenzamos con los fantásticas y enriquecedoras sesiones de café-tertulia, con el objetivo de fomentar la participación de las familias dentro de las aulas. Poco a poco van tomando la forma deseada y se van convirtiendo en auténticas tertulias dialógicas que emepzaremos a desarrollar el próximo curso. Talleres de Apoyo Psicosocial, En colaboración con los profesionales de las redes de Atención a la Mujer intentamos reforzar las capacidades de autorecuperación de estas mujeres; Informática, Programa orientado a la inclusión social. Para las personas con menos recursos culturales, sin hábitos de trabajo académico o con una baja autoestima, aprender a usar un ordenador les ayuda a recuperar la confianza en su capacidad de aprender, y ese cambio mental es mucho más importante que su habilidad con el procesador de texto; Batuka y peluquería, elegidos por las madres como actividades lúdicas y deportivas.
La formación conjunta de todos los agentes potencia el aprendizaje y la convivencia y el sentimiento de la escuela como algo que es de todos. Las familias ven de otra manera su papel educativo con relación a la escuela y conocen y valoran el trabajo del profesorado, lo que influye a su vez en las actitudes que se potencian desde los domicilios. De esta forma la formación de familiares incide en la transformación del entorno y en los aprendizajes del alumnado. Muestran inquietudes formativas porque se sienten útiles, quieren colaborar en la educación de sus hijos, entrar en las aulas, quieren que se les valore, quieren dejar de ser analfabetos, quieren el cambio porque por primera vez lo sienten cercano, se sienten partícipes de ello, se empiezan a oír voces:“Quiero que mi hija tenga una oportunidad, no quiero para ella lo que he tenido yo”, voces que oímos porque hemos aprendido a escuchar, apostando por el diálogo igualitario.
Son parte fundamental del modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos. Entre todos proponemos acordar las normas con todos los agentes de forma que toda la comunidad se comprometa en su seguimiento. Es clave la creación de las comisiones mixtas. A partir del sueño común, entre todos los agentes decidimos los temas que se consideran prioritarios. Para llevar adelante cada prioridad se forman comisiones mixtas de profesorado, familiares, voluntariado, profesionales, alumnado y otros agentes. En cada comisión se planifican las acciones necesarias para llevar adelante su prioridad incluyendo un reparto de tareas, decidido entre todos.
Bajo este enfoque nace nuestro “Tribunal de convivencia”, que subyace de la comisión de convivencia. En todas las clases tenemos unos tablones de corcho con chinchetas de colores, donde se registra, a diario, el comportamiento de cada alumno del grupo. Tenemos también unos cuadernos donde los profesores anotan las conductas positivas y negativas de cada clase. El alumno que más conductas positivas tenga a lo largo de la semana será delegado de clase. El delegado es el representante en el Tribunal de Convivencia. Tribunal que se reúne todos los viernes a última hora de la mañana, formado por un representante del CEAS, una mamá, el presidente de la asociación de vecinos, la directora del Centro y los delegados. Entre todos, fomentando el diálogo y la argumentación de cada parte, decidimos cómo construir una cultura de paz ante los conflictos que se van sucediendo. Las normas a acordar se basan en unos principios básicos que todas las personas de sociedades diferentes y de diferentes culturas podamos compartir, de manera que se basen en lo que nos une, en vez de en lo que nos diferencia: tienen que ser muy importantes para la vida de los niños y niñas, que haya apoyo social mayoritario pero que sin embargo se incumplan reiteradamente, y que se vea posible cambiar la situación. Es fundamental compartir un mínimo de normas que se puedan aplicar tanto dentro y fuera del centro, pero para ello ha sido necesario el acuerdo con las familias. De esta manera no lo viven como algo que impone la escuela. En este trabajo el proceso es importante porque se crean diferentes foros de diálogo donde se van abordando conflictos y esto produce transformaciones. Las normas acordadas ayudan a recuperar la autoridad. Hemos notado cambios espectaculares en los comportamientos de los niños y niñas que han pasado por el cargo de delegado o delegada con respecto a los que están por obtenerlo. Las interacciones que allí se viven forman parte de la transformación hacia una cultura de diálogo igualitario y de respeto.
Desde el colegio pretendemos fomentar la participación de la vida del centro, buscar activamente apoyo y recursos del entorno y potenciar las relaciones. Así se lo hemos transmitido a todo el barrio, y resulta increíble cómo han respondido. Su apoyo e participación en los grupos interactivos y en las bibliotecas tutorizadas ha mejorando el entendimiento y comprensión entre todos, teniendo en cuenta las voces de todas las personas que componen la comunidad, y mejorando las realidades en función de los intereses del conjunto de componentes humanos que las componen. Optamos por fomentar que haya más de una persona adulta en el aula.
Basamos nuestra transformación en el modelo comunitario, donde las familias de cualquier cultura que sean participan en igualdad. Donde se involucra toda la comunidad en un diálogo que descubre las causas y orígenes de los conflictos desde sus inicios e intenta dar soluciones. Nos encontramos ante un proyecto ilusionante, en el que los niños y niñas, día a día, van aprendiendo más. Los problemas de convivencia, cuando se hacen grupos interactivos desaparecen del aula. Aquellas familias que no están motivadas a participar, cuando ven que realmente se hace una transformación que mejora la situación de sus hijos e hijas, cuando nos ven comprometidos con un proyecto, se deciden a colaborar. Así por ejemplo son cada días más las frases que escuchamos de las madres cuando fuimos a la Universidad a clausurar unas Jornadas y ellas dijeron: “Nuestros hijos también vendrán aquí”.