¡Váyase, Sr. Wert! Así deberían empezar todas las intervenciones en el Parlamento por parte de la oposición y todas las manifestaciones públicas de movimientos y plataformas en defensa de la educación pública. No sólo por la política de recortes y agresiones contra la educación pública que simboliza este Ministro, sino por las continuas falsedades, verdades a medias, tergiversaciones y manipulaciones que utiliza para justificar lo injustificable.
Algunas de las exigencias asociadas al ejercicio de un cargo público son la veracidad, el rigor y la honradez. La democracia exige una alta dosis de confianza en quienes son elegidos como representantes, esperando que sus propuestas y actuaciones se basen en la verdad y no en la utilización de medias verdades, datos falseados o tergiversados, o puras elucubraciones inventadas, con el fin de justificar las medidas que toman. En ese caso, como ocurre en países con más tradición democrática, la dimisión del cargo y la asunción de responsabilidades políticas por ello, debería ser la consecuencia inmediata.
Este es el caso del Ministro de Educación Wert con sus falsas argumentaciones y datos tergiversados a la hora de justificar el Real Decreto-ley 14/2012 de 21 de abril, de recortes en educación, previa campaña de desprestigio de las instituciones universitarias públicas y de quienes en ellas trabajan.
Afirmar que “hay demasiadas universidades en España”, sosteniendo que en California, con una población semejante a la de España (en realidad, la nuestra es un 20% superior), hay sólo 10 universidades, frente a las 79 universidades españolas (públicas y privadas), es mentir. La University of California (pública) tiene 10 campus, pero ésta no es la única Universidad de este Estado: The California State University, también pública, tiene 23 campus/universities. Lo que no se puede confundir son los campus que tiene la Universidad de California con las 139 universidades que hay en ese Estado. En realidad hay pocas universidades en España en comparación con otros países de nuestro entorno: la mitad que en el Reino Unido y una sexta parte que en Estados Unidos, por citar a los dos países que tienen mayor número de centros universitarios de investigación de excelencia.
Miente al afirmar que el 30% del alumnado abandona la universidad sin terminar, cuando la realidad es que ese 30% se refiere al cambio de titulaciones y que el abandono definitivo solo es del 12%, como ya han explicado los profesores José Antonio Pérez (de la UPV) y Juan Hernández (de la UJA), economistas y expertos en financiación universitaria, en cuyos datos me baso en este artículo.
Manipula cuando asegura que un 21% de quienes terminan la universidad acaban en el paro, ocultando que la tasa de paro entre los titulados universitarios supone la mitad de la existente en el resto de la población, siendo el coste de la universidad pública por alumno un 25% más bajo que el de la privada. Esta es la forma de atribuir la causa del paro y de la precariedad laboral a la Universidad, en vez de asumir la responsabilidad de la situación actual, derivada de la propia política económica, al servicio de los mercados, que mantiene el ejecutivo.
Intentar dar una mala imagen de las universidades españolas, insistiendo reiteradamente en que “no están entre las 100 mejores del ránking mundial”, es otra manipulación. No se puede comparar las universidades españolas, que combinan la docencia y la investigación, con rankings en los que la inmensa mayoría son solo centros de investigación. Pero, sobre todo, no hace mención en ningún momento de que 99 de los 100 primeros centros universitarios que están en esos rankings, corresponden a países que, respecto a España, casi doblan su porcentaje de gasto en I+D+i sobre el PIB.
Justificar la subida de tasas académicas en segundas y terceras matrículas difundiendo que el alumnado universitario no puede estar repitiendo indefinidamente, que no hay cultura del esfuerzo entre los universitarios, que no hay suficiente rendimiento académico, sorprende porque los datos reales desmienten de nuevo las afirmaciones del ministro: el 79% del alumnado de las universidades públicas se titula a la edad que le corresponde, es decir, aprueba por curso, frente a la media del 70% de la OCDE. Y ello a pesar de que aquí dedicamos a becas la tercera parte que la media de los países de esa organización y un gasto por alumno mucho menor.
Afirmar que los recortes y reformas introducidas en este Real Decreto-ley 14/2012 no afectarán a la calidad de la educación, solo se puede mantener desde el cinismo más absoluto de quien tiene recursos para pagarse una educación privada de élite, huyendo de una educación pública cada vez más estrangulada económicamente, sin recursos y sin medios.
El balance general de nuestras Universidades Públicas no es catastrófico como pretende el ministro, ni mucho menos; aunque haya aspectos de la actividad universitaria que pueden y deben ser mejorados. La Universidad ciertamente necesita una reforma, pero no la impuesta por el PP, y no basada en las mentiras Wert. ¡Váyase, Sr. Wert!