No sé en otros territorios, pero en Castilla y León sí ocurre. Nos vamos habituando, por ejemplo, a que el documento con el cupo de profesorado de un centro llegue al mismo después del último claustro y consejo escolar. Se produce hace dos o tres cursos cuando empezaron los recortes drásticos de profesorado. No lo envían para que se opine, es algo impuesto, pero si llega después de la última vez que se han visto el Claustro y el Consejo Escolar, nadie puede ya decir nada. Así fue en ese primer año y así ha sido en los demás. Ahora es ya como una “tradición asumida”: los cupos llegaran después de que el profesorado y las familias se hayan despedido del curso. Nadie ni siquiera se extraña.
No es la única decisión. Parece ser que, al menos en un centro de Valladolid, el relevo en el equipo directivo ha estado cubierto de algunas “irregularidades”. Quizá fuera necesario en ese caso hablar directamente con personas implicadas en el mismo y aclarar y hacer pública del todo la situación. Parece que después de que la antigua dirección dejara el cargo y nadie quisiera inicialmente asumirlo, se nombra a una persona que nunca había hecho intención de ser directora solo porque tiene buenas conexiones con la Junta. Eso sí se hace justo al finalizar el curso, sin tiempo ya de que el Consejo Escolar o el Claustro buscara una solución mejor o, incluso , el equipo se replanteara el dejarlo.
¿Cuántas decisiones más se toman cuando ya el profesorado y las familias no pueden ni siquiera opinar colectivamente? ¿Es una casualidad, una mala programación o una intención manifiesta? ¿Es éticamente democrático hacerlo así?