Fernando Macías y José E. Abajo, directores del Curso Tutorizado en Línea de Formación del Profesorado “Atención a la población escolar gitana”, que realizará el Ministerio de Educación y F. P.
” Educar en tiempo de aislamiento”-Foro de participación.
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Se recoge aquí el artículo de Fernando Macías y José E. Abajo en el que se acaban aportando pautas muy concretas para evitar la exclusión del alumando gitano. Como final del artículo se recoge igualmente el vídeo del debate llevado a cabo en el CampuRom por seis profesionales gitanos y gitanas que sitúan lo vivido en este tiempo, desde diversas perspectivas pero siempre “desde dentro”.
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El alumnado gitano y la mochila del profesorado, tras la pandemia
, El confinamiento no es sino un “llover sobre mojado”: la brecha digital, que está sufriendo el alumnado en situación más vulnerada ante la actividad educativa no presencial es consecuencia de las desigualdades socio-económicas y educativas… Pero esto podemos interpretarlo en dos direcciones antagónicas:
1ª) El riesgo de un enfoque prejuicioso, rutinario, lineal, “folk” y determinista del profesorado hacia el alumnado gitano
“Los gitanos no tienen interés por la educación”, “No se adaptan”, “Su cultura no valora la escuela”, “Lo tienen todo en contra”, “Lo que yo digo es que por qué son tan absentistas y por qué no me han hecho las tareas”…
Las expresiones anteriores sitúan el foco de la reflexión en “las dificultades escolares de las minorías” (SUS dificultades). Y, desde ahí, tienden a reiterar todas las “respuestas educativas” habituales (sacarles a las -eufemísticamente denominadas- “clases de apoyo” o de “Educación Compensatoria”, “grupos B”, “grupo no bilingüe”…), en “un juego sin fin”.
Ese enfoque es unidimensional y parte de una conceptualización del “alumnado gitano” y de su grupo social prejuiciosa y “folk”, que les culpabiliza a él y a su familia en exclusiva, considerándoles incapaces. Porque en nuestra sociedad los grupos definidos en términos de “raza” o etnia son a menudo contemplados de un modo “folk”, en cuanto absolutizaciones con una gran carga de despersonalización y un gran riesgo de estereotipia, dando por buenas concepciones populares del “sentido común”, que son en realidad un producto cultural y socialmente construido y compartido por un sector de población, unas atribuciones para describir y explicar las conductas ajenas (lugares comunes, esquemas simplificadores, que aunque parezcan “evidentes”, por ser asumidos por muchas personas, se expresan como leyes y que utilizamos como hipótesis de funcionamiento de los demás y que presionan hacia el autocumplimiento de la profecía). Como señala el profesor gitano Miguel Ángel Caballero (2017): “Con frecuencia ponemos el acento en la mochila con la que vienen estos niños a la escuela… Pero nosotros, los profesionales de la educación, también llevamos nuestra mochila, con nuestra posición social, con nuestros prejuicios y proyecciones sobre ellos”.
Las explicaciones del fracaso escolar del Pueblo Gitano que algunas personas profesionales de la educación realizan constituyen una parte fundamental del problema. Muy frecuentemente argumentan que las familias gitanas no están interesadas en la educación o que los niños y niñas gitanas no están suficientemente motivados para estudiar. Estas afirmaciones están basadas en prejuicios sobre la comunidad gitana; no es que no estén interesadas, sino que no creen que sea posible porque no han tenido ocasión de vivenciarlo, ya que algunas de sus escuelas están aplicando (consciente o inconscientemente) prácticas de segregación o cualquier otro tipo de acciones que provocan la exclusión social y educativa del Pueblo Gitano. Estas prácticas generan que la comunidad gitana deje de confiar en la escuela, a pesar de que sí considere que la educación es fundamental para mejorar sus condiciones de vida. Lo que se está haciendo con esos enfoques unicausales o reduccionistas es etnificar la desigualdad y la exclusión social de la comunidad gitana como si ello formara parte de su identidad. La educación así juega un rol de reproducción de la pobreza. Prácticas que se mantienen en el prejuicio que entiende a esta comunidad como un grupo social pasivo y parasitario y en las intervenciones pedagógicas basadas en inercias y ocurrencias de las que esta comunidad ha sido objeto frecuentemente y que no han hecho más que reproducir la exclusión social y el racismo que padece gran parte de esta comunidad. La causa principal del fracaso escolar de la población gitana está en el sistema educativo. La segregación, los “grupos de nivel” y las adaptaciones curriculares parten de unas bajas expectativas sobre el alumnado gitano y les están perjudicando enormemente. Estos alumnos y alumnas casi siempre están en los grupos de menor nivel. No tienen expectativas, no tienen referentes y pierden la motivación. El éxito educativo no depende de la composición y clase social del alumnado, sino de la organización escolar y metodologías en el aula. (vid.: Fernando Macías, 2017).
¿Cómo se pueden seguir dando clases en grupos segregados o clasificados por “grupos de nivel”…cuando el efecto de “la profecía autocumplida” es una evidencia científica de primera magnitud? ¿Para cuándo asumir que somos agentes educativos y profesionales y que no nos podemos mover por rutinas ineficaces y por la culpabilización de las víctimas…? En nuestras evaluaciones, ¿nos paramos a preguntarnos qué papel juega en los resultados el profesorado, el claustro, la dirección?, ¿Hemos contemplado la posibilidad de cambio de la práctica y del discurso educativo del profesorado? ¿Nos hemos preguntado alguna vez qué porcentaje de alumnado repetidor o de Educación Compensatoria ha obtenido alguna titulación? ¿Podemos considerar normal que una quinta parte de nuestro alumnado -después de 13 a 15 años en el sistema educativo- el único título que obtengan sea el de “fracasados escolares”… y que, además, dicho fracaso se concentre en la población escolar más desfavorecida socio-económicamente?
Y en modo alguno estamos abanderando el desresponsabilizar a las familias, sino el llamar la atención de que, desde una perspectiva sistémica, nada funciona como un factor aislado. Y que, por ello, es necesaria la sensibilización de la Administración y del profesorado para reflexionar sobre sus propias prácticas: la capacidad de la Administración de valorar si sus proyectos potencian la equidad educativa y la capacidad del profesorado de evaluar con herramientas científicas su propia práctica y discursos, tanto en lo relativo al aula como a la organización del proceso educativo en general.
2ª) La necesidad de un enfoque sistémico, autocrítico, basado en evidencias empíricas y de altas expectativas sobre el alumnado gitano
Nosotros consideramos que se requiere poner el foco en la capacidad del centro educativo para responder a necesidades del todo el alumnado y asegurar la continuidad también del alumnado en situación social más vulnerada. No se trata de bajar el nivel académico, sino de cambiar la metodología y reorganizar los recursos del centro con un enfoque inclusivo y con altas expectativas para todo el alumnado. De esta forma se ven beneficiados todos: tanto los alumnos más avanzados como los que van más retrasados. Para ello, como señala M. V. Martín (2019), es preciso “empezar por nosotros; los profesionales también somos población diana […] Los profesionales tenemos nuestros bagajes, nuestros miedos, formamos parte de un modelo que produce desigualdad y tenemos que revisarnos para, entre otras cosas, aprender a ceder poder o a no reproducir el modelo anterior”. Miguel Ángel Caballero (2017) incide en lo mismo: “Es necesario poner el acento en un cambio de perspectiva de tu vida profesional. Saber que estos chavales son importantes, que pueden salir adelante si tú crees en ellos. Si apostamos por la pedagogía del corazón, de la esperanza, de la alegría… ¿cómo no van a dar frutos?”
En consecuencia, lo que hay que poner en el centro es el análisis de la escuela frente a las minorías en general y hacia la minoría gitana en particular. La clave está en qué ocurre dentro de la escuela, y ahora los chavales y chavalas gitanas los tenemos ahí en su gran mayoría durante años, día tras día; no hay excusas. Como nos comentaba un padre gitano: “Antes nos decíais que nuestros hijos no iban a la escuela; ahora están yendo, y seguimos igual”. Y las últimas investigaciones están poniendo en evidencia que en estos momentos “el alumnado de minorías étnicas muestra altas aspiraciones y una percepción positiva de apoyo social en su medio familiar, pero una baja vinculación escolar y una percepción poco positiva del apoyo docente”. Así, los factores escolares, con mayor peso en la prevención, obtienen puntuaciones más negativas que los factores sociales e individuales. Es altamente relevante tener en cuenta cuál es la situación en cada centro para tomar medidas adecuadas y reclamar los recursos específicos necesarios teniendo en cuenta que la efectividad de las medidas depende sobre todo de sus condiciones de implementación en los centros […] En definitiva, se trata de promover transiciones de éxito a la formación post-obligatoria. Porque, al contrario de lo que se suele pensar, el alumnado ya tiene aspiraciones; necesitan, eso sí, de un reconocimiento y apoyo adecuados” (Carrasco, S. y Molins, C., 2019).
Cuando se aplican actuaciones que realmente funcionan; cuando se tienen altas expectativas del alumnado y de sus familias; cuando se cuenta con la participación de la comunidad para decidir y enseñar al alumnado; cuando todo esto pasa, las mismas familias gitanas de los mismo barrios gitanos empiezan a tomar las riendas de su futuro y del de sus hijas e hijos (F. Macías, 2017). Existe evidencia empírica sobre las estrategias que favorecen el éxito escolar del alumnado en situación más vulnerada y que generan que las personas gitanas vuelven a confiar en los centros educativos, desde el momento en que perciben oportunidades reales de mejorar su situación educativa y laboral:
1) Compromiso del centro con el éxito escolar para todos y todas.
2) La ausencia de grupos de nivel.
3) Potenciar la autoestima, propiciar el éxito escolar temprano y cotidiano de todo el alumnado.
4) Potenciar la tutorización del alumnado.
5) El buen clima de centro y aula, la “pedagogía del corazón” (Pedo Peña y Antonio Carmona,1985).
6) Cohesión grupal y trabajo cooperativo en las aulas y el aprendizaje dialógico.
7) Sistema de evaluación personalizada, continua y formativa.
8) Propiciar la participación y colaboración de las familias en la toma de decisiones y la evaluación de los proyectos.
9) Impulsar el respeto a la diversidad, la empatía, la educación intercultural y el sentido crítico.
10) La extensión del tiempo de aprendizaje, organización por parte del centro de estudio asistido “extraescolar” y de actividades extraescolares en las que participe también éste alumnado.
En definitiva, profesorado y centros escolares con actitud comprometida y coherente con la equidad y la inclusión.
El éxito y continuidad en los estudios de estos niños/as y jóvenes gitanos/as se ven favorecidos (como los de cualquier otro) cuando cuentan con apoyos y mensajes inequívocos de competencia y de pertenencia, o lo que es lo mismo, de vinculación académica y social (Abajo y Carrasco, 2004). Si un/a chico/a gitano/a constata mensajes claros de apoyo a sus estudios en alguno de sus agentes educativos y ayudas logísticas y económicas para la realización de estudios y obtiene buenos resultados escolares es probable que llegue a pensar: “Yo valgo, yo puedo; los estudios son para mí”, “Me interesa estudiar, yo quiero seguir estudiando”, y se fragüe así un proyecto personal de continuidad educativa (y las posibles dificultades en el camino, como el confinamiento, se afrontarán con una autoconfianza que las hará irrelevantes).
Fernando Macías y José E. Abajo, directores del Curso Tutorizado en Línea de Formación del Profesorado “Atención a la población escolar gitana”, que realizará el Ministerio de Educación y F. P., a través de su Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF), el próximo curso 2020/2021:
>> enlace del curso en el Ministerio de Educación
>> Artículo de síntesis de dicho curso
Debate en CampusRom:¿y después del covid19 ¿qué?
la grabación corresponde al debate realizado en el campusRom entre seis docentes gitanas y gitanos moderados por Manuel Gracía Algar. Aunque dure dos horas es importante ver las opiniones que pueden aportar seis profesionales gitanos debatiendo este tema… El campusRom como dice en su facebook: ” la primera Red Universitaria Gitana, una red de apoyo mutuo entre personas gitanas que sueñan con acceder a la Educación Superior, con presencia en Cataluña y Aragón”.