Índice del documento Convivencia y conflicto en un centro educativo |
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Conflicto
y convivencia en un centro educativo Apartado
III
1.-Principios de partida Generalizar
la situación que en la introducción se describe nos llevaría a
planteamientos como los que siguen: El
aprendizaje no es un proceso aséptico e impersonal que se da sólo en los
centros educativos. Ni es un proceso que funcione aparte de la persona, o
algo individual. Por eso no podemos olvidarnos de que cada alumno y alumna
tiene vida a su alrededor Tampoco podemos dejar de tener en cuenta a la
persona y su desarrollo emocional, ni podemos hablar de aprendizaje sin
incluir al grupo y la convivencia en él. Refiriéndonos al último
apartado que es del que trata este documento, la convivencia y las
relaciones intergrupales y personales son aspectos que van
irremediablemente unidos al proceso de aprendizaje. No podemos desligar
ambas cosas, siempre estarán en relación para entorpecerse o para
apoyarse; incluso se podría decir que lograr un buen clima de
convivencia, hacer que todo
el mundo esté a gusto, en las aulas y centros es un problema anterior a
otros aprendizaje pues lo van a facilitar o impedir. Aprender
a convivir y relacionarse formaría parte del aprendizaje. Hablar de
convivencia, relaciones, supone tener en cuenta, por una parte una serie
de habilidades y procedimientos a desarrollar y, por otra incluir una
serie de valores como
aspectos del contenido a enseñar y aprender. Desde esta perspectiva
resulta por tanto absurdo eliminar el desarrollo de valores en la
propuesta de contenidos como se ha hecho desde la administración
recientemente en los cambios de currículo. Para
afrontar el aprendizaje de la convivencia resulta imprescindible pensar en
el conflicto como algo inevitable y necesario. Si, de esta forma,
conseguimos tener una visión positiva del mismo, es posible que podamos
trabajar con él y aprovechar la oportunidad educativa que nos brinda. Por
ello es importante, desde una perspectiva real de educación básica,
tener un plan de convivencia de centro con las pautas antes marcadas,
saber analizar nuestros conflictos y marcarnos una estrategia que ponga en
práctica dicho plan. 2.-
Pautas generales Tal
y como se recoge en el epígrafe anterior, la conflictividad entre
personas en un centro educativo, puede abordarse de dos formas que podrían
llamarse, utilizando términos clínicos: “curativa” y
“preventiva”. Siguiendo el primer método estaremos hablando de disciplina
como principal instrumento de evitar el conflicto. Por la segunda
será la convivencia la principal herramienta. En este documento se
apuesta por la segunda forma y a ella responden las siguientes pautas de
actuación 2.a.-
Democracia en el centro y el aula El
aula democrática es una alternativa que favorece la convivencia. Para
ello se hace necesario ir definiendo y concretando qué entendemos por
ello y las consecuencias que puede tener en las relaciones que crea entre
el alumnado y alumnado-profesorado. Para
que exista un aula democrática se deben dar dos condiciones: que se dé
la participación y que se acoja
a todo el alumnado en base a una igualdad de derechos (como personas y
como estudiantes). El estilo de participación del que hablamos debe
asegurar, por tanto, que abarca y educa a todo el alumnado.
Sólo así se favorecerá que todo él intervenga y el aula y el centro se
configure según su perfil. Entendemos
la participación en una doble vertiente: como principio que debe
existir en las escuelas y centros de aprendizaje, pero también como un ámbito
de aprendizaje dirigido a la intervención y contribución futura del
alumnado a una sociedad realmente democrática. La participación puede
educarse de varias formas: §
Desde
el ámbito curricular,
señalarlo como objetivo educativo explícito hará que el alumnado
viva situaciones de participación democrática. Vivenciarlo le
posibilitará más fácilmente llegar a ser ciudadano o ciudadana demócrata.
Marcar este objetivo supondría múltiples derivaciones, desde la definición
de capacidades concretas que el alumnado debe obtener, hasta la definición
de una educación en valores
(entendidos como un horizonte hacia donde caminar y no como una definición
de algo que nunca se lleva a cabo). §
Desde
el "Ámbito institucional”.
La organización de un centro debe ir acorde con este principio, desde el
estilo de dirección del centro hasta, más específico, el establecimiento
de las normas de convivencia, pues la adopción de un modelo
disciplinario u otro va a ser
un reflejo del tipo de norma social que reforzamos. §
Desde
el ámbito personal
. A través de lo que transmite el profesorado. Estará muy relacionado
con el estilo, carácter o personalidad
del mismo y con su posicionamiento ante la vida (opinión, implicación...).
El profesor o profesora al que el alumnado ve como un “modelo
implicado”, transmitirá- enseñará lo positivo de actuar en colectivo
e inserto en la sociedad. Desde esta perspectiva tendríamos que ser
conscientes del currículum oculto reflexionando y dándonos cuenta
de lo que realmente estamos poniendo en práctica en el aula.
2.
b.- Generar un trato positivo y de aprendizaje entre iguales
Las
relaciones en el centro y el aula son múltiples. No podemos restringir ni
a estas ni al aprendizaje a la relación dual profesor/a –alumno/a. La
educación es un hecho colectivo y su riqueza puede estar en esa variedad
de relaciones y aprendizajes mutuos. Generar
un trato positivo, pasa por conocer la variedad de circunstancias que se
vivencian. Algunas son situaciones de partida, más generales, como por
ejemplo la edad: si estamos en la preadolescencia o la adolescencia , si
estamos en una infancia temprana o cerca de una nueva etapa evolutiva.
También deberemos observar si nuestro grupo está formado por un conjunto
de pautas de comportamiento muy diferentes o semejantes, si el alumnado es
o no todavía muy influenciable o van teniendo su personalidad más
definida, si tienden a participar siempre las mismas personas o no, etc. Otras
pueden crear desigualdad, como el género o la cultura. Aun así en el
aula y el centro, habrá que enfrentarlas como cuestiones que afectan a la
persona. También
evitar o combatir situaciones como las siguientes, forma parte del
aprendizaje entre iguales: Alumnado
agredido (insultado...) por otros compañeros.
Pueden hacerlo con mayor intensidad fuera del aula (centro y calle), y en
ese caso, nos pasará más desapercibido. Los
roles en el aula. En
muchas ocasiones nos encontramos con que siempre hablan o participan las
mismas personas, o se anulan las opiniones distintas La
existencia de personas marginadas. No
partir de que las personas somos diversas. Ignorar
por norma a las personas que tienen más dificultades. Por
último habrá que tener en cuenta también otros factores externos o que
“rodean” al alumnado: familiares, ambientales, etc. Con ellos sabremos
algo de sus relaciones externas, la forma de relacionarse fuera, etc. A
partir de ahí la definición y puesta en marcha en el aula y centro del
tipo de convivencia y relación que se pretende será un aspectos crucial
para lograr una buena convivencia y formas positivas de resolución de
conflictos personales. 2.c.-
Uso del diálogo como elemento de comunicación Nuestra
práctica debe estar basada en el diálogo. Detrás de este
principio se esconden bastantes aspectos a tener en cuenta en la práctica:
saberse poner en situación de ..., comprometerse a... , etc. Trabajar
desde el diálogo necesita de una doble acción: -
desarrollo de una actitud determinada “de apertura”, de adquisición
de compromiso, etc. -
un aprendizaje en habilidades sociales, como por ejemplo saber defender
una postura, la deliberación, etc. 2.d.-
Perseguir la autonomía individual y organización del grupo Adecuándose
a las diferentes etapas, debe avanzarse hacia la participación, hacia el
compromiso y la responsabilidad pero con el objetivo general de lograr la
autonomía. Esta responsabilidad es individual y colectiva y poner el
acento en acento la cooperación de personas y no en la competitividad. Más
allá de la autonomía individual, la autonomía de grupo supone una mayor
capacidad de desenvolvimiento, pero unida a la de relación y sentimiento
cooperativo. 2.e.-
Atender la diversidad de personas y situaciones Procurar
un buen clima de convivencia, supone tener en cuenta el estilo personal y
el de aprendizaje y de relación de todo el alumnado, así como las
condiciones en las que se desenvuelve fuera del centro educativo. Dando
un paso más allá debemos pensar en la convivencia ciudadana y no únicamente
en términos académicos. Así, esta atención a la diversidad se
convierte en un elemento de aprendizaje por el que el alumnado llegue a
tener en cuenta la diversidad de personas y situaciones que le rodean. Según lo anterior, y como en otros aspectos relacionados con la convivencia y la participación, la atención a la diversidad es a la vez un condición necesaria para facilitar un buen clima de aula y una buena convivencia, pero también un fin educativo. |
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