Índice del documento Convivencia y conflicto en un centro educativo |
|
Conflicto
y convivencia en un centro educativo Apartado
V
Un
centro educativo no es una simple suma de aulas en las se establece una
dinámica y una relación especial. El centro educativo tiene una entidad
como tal. En él se dan unas características concretas, tiempos y
espacios, que hacen imprescindible concertar los principios
definidos en los primeros epígrafes. Para este marco global,
hablaríamos de un “plan de convivencia del centro”. La
situación de partida Definir
una actuación en un centro, como en cualquier otro ámbito, implica el
conocimiento de la realidad que tenemos. No se pretende aquí hacer un análisis
de la misma pero sí resaltar algunos elementos que un centro debe superar
si quiere potenciar la convivencia en un ambiente de participación: -
Existen intereses heterogéneos que van a señalar exigencias diferentes
respecto al centro. -
Los ambientes familiares también serán diversos. En algunos casos van
resultar problemáticos para la dinámica del centro (otros serán lo
contrario). -
Los proyectos de centro (PEC, etc.) son en muchas ocasiones documentos
que, de existir, son algo burocratizado y carentes de vida. -
Los ambientes sociales en que se desenvuelven los centros están
contagiados en muchas ocasiones por la falta de participación y de práctica
democrática real. 1-
Guía para elaborar un plan de convivencia Se
propone desde este documento que exista en los centros educativos un plan
de convivencia incluido en los proyectos de centro generales así como una
concreción de los objetivos a conseguir en el mismo, en los planes
anuales correspondientes. Algunos
aspectos, que quien desee llevar a cabo este plan quizá debiera tener en
cuenta, son los que se incluyen en este apartado. No habrá que
interpretarlo, pues, como la estructura que debe tener dicho plan, sino a
modo de listado de elementos a tener en cuenta. Su
uso podría ser, bien para
analizar qué aspectos de convivencia se están trabajando en el centro o
para saber qué debemos establecer y por tanto ayudarnos a elaborar un
plan de convivencia. 1.a.-Principios
para actuar -
Analizar los conflictos existentes en nuestros centros : -
qué consideramos conflicto (la disrupción, el bulling, los casos específicos:
inmigrantes, pasotas, distracción…), a qué tipo de conflictos se
dedicará tiempo y recursos. -
Establecer mecanismos de convivencia (también
valorar la eficacia de lo que exista): -
qué mecanismo pueden sernos útiles para resolver conflictos:
La
mediación el contrato, etc. ¿Qué es? ¿Cómo se entiende cada uno? -
cómo definir normas:
principios
y elementos necesarios en el
proceso -
cómo formar comisiones de convivencia
como elemento de fomento de la misma. -
forma y grado de apertura a la comunidad educativa, barrio, zona -
tutoría:
criterios respecto a este ámbito -
revisión:
fin y proceso -
Elaborar estrategias de intervención,
a
corto
y largo plazo para crear un buen clima de convivencia 1.b.-
Elementos estructurales a utilizar
Vamos
a plantearnos qué elementos
estructurales es conveniente usar y cómo hacerlo: -
recursos
de personas y aulas (aula-grupo, otros espacios, profesorado en aula,
etc.) -
papel (tipo de autoridad, etc.) del equipo directivo y del D. Orientación -
qué papel debe jugar el
tutor como cargo. -
cómo establecer y para qué un
equipo dinamizador. -
cómo formar las agrupaciones. -
otros elementos de importancia : cuáles y con qué características 1.c.-
Actitudes
y actividades necesarias En
nuestra forma de actuación siempre favoreceremos unas actitudes sobre
otras. No todas ellas son
convenientes en orden a lograr un buen clima de convivencia en los
centros. Deberemos ser conscientes de qué potenciamos y para conseguir qué,
respecto a toda la comunidad educativa, como por ejemplo: -
respeto a otras culturas, a lo positivo de ellas. -
actitud e implicación del profesorado, cómo lograrla. -
importancia de la actuación como equipo (consenso,
coordinación,etc.). -
importancia y cómo establecer Implicación
de la familia, del alumnado… -
aspectos esenciales de la actuación tutorial (dinámicas,
consolidación del grupo, información al profesorado, familias,
“escuchar”,etc.). -
qué Habilidades Sociales son importantes y para qué en el alumnado (comunicación,
autonomía). -
qué pautas deben darse en la actitud del profesorado como esenciales, qué
aspectos formativos abarcaría. -
importancia de la actividad “extraescolar” del centro y cómo habría
que definirla. 2.-Algunos
elementos de análisis y propuestas 2.a.-Análisis
de los conflictos en nuestros centros Siempre
que existan relaciones entre personas van a existir elementos conflictivos
que, además, nos van a servir para madurar como
colectivo y personalmente. Por otra un conflicto no es algo
objetivo. Lo que para una persona no representa conflicto para otra sí,
pues las visiones que se tienen la forma de vivir una misma situación son
muchas veces diferentes. Deberemos hablar, por tanto, de conflictos que se
perciben por parte de alguna persona o colectivo- con las consecuencias
que en él origina- y que en muchas ocasiones permanece incluso oculto
para otro. En un centro educativo nos podemos centrar en los siguientes
ámbitos: -
Lo que el profesorado considera conflicto en las
relaciones con su alumnado. -
Los conflictos que percibe el alumnado tanto en sus relaciones con los
compañeros/as como en sus relaciones con algún profesor/a. -
Los conflictos entre los profesores componentes del claustro -
Los conflictos con la comunidad educativa (familias) Ahora
bien, teniendo en cuenta el funcionamiento en nuestros centros debemos
tener en cuenta, especialmente, la
visión del profesorado, ya que es quien marca de forma definitiva la dinámica
en las aulas y el mismo centro. Desde
el profesorado se vivencia como conflicto en especial la indisciplina
por parte del alumnado. Así mismo, el enfrentamiento abierto entre ellos,
especialmente cuando se traduce en algo físico, “peleas”. Sin olvidar
los destrozos de instalaciones o de material. En efecto habría que
considerar la disrupción como conflicto en cuanto que constituye
una circunstancia que impide el normal desarrollo y seguimiento de la
programación. También
considera el profesorado que existen conflictos cuando en el aula se
generan tensiones que tienen que ver con las relaciones que se establecen
entre el alumnado. Nos referimos a la existencia de grupos cerrados dentro
del aula, poco flexibles y en ocasiones antagónicos. En este aspecto cabe
incluir también un fenómeno que observamos más acusadamente en el ámbito
rural; es el rechazo que en ocasiones tienen los habitantes de alguna
pequeña población hacia alguna familia concreta. Pues bien, este rechazo
se reproduce en el aula, con lo que el conflicto entra en la escuela. Por
último contemplamos los casos en que algún alumno o alumna tiene
dificultad para “encajar” con el resto de compañeros o sentirse partícipe
en las dinámicas del aula, bien porque su nivel de maduración difiera
mucho del resto de los compañeros o porque su nivel académico está
desajustado. La percepción del propio alumnado como diferente del resto
y su frustración puede llevarle a tener conductas muy conflictivas
si no se toman medidas que faciliten su integración. En
cambio existen determinados problemas de convivencia que no son percibidos
como conflicto por el profesorado aunque pueda llegar a ser bastantes
preocupante por sus consecuencias. Hablamos, por ejemplo: -
El “bulling” o
"persecución" de determinado alumno o alumna por otros -
La relación que el alumnado pueda tener con un profesor/a en cuanto a la
imposición de normas, trato que les dispensa, etc. -
Existen también otras cosas que no son consideradas como conflictivas y
que, por diversas razones, permanecen ocultas como la pasividad, la falta
de participación de cualquiera de los sectores implicados en el Centro,
la discriminación de grupos de personas admitidas como "algo
natural". No hacerlo implicará que no se planteen caminos para su
resolución. Siguiendo
con el profesorado, habría que incluir como conflictos los problemas que
se producen entre él mismo
como colectivo (se vivencien o no como tales). En
ocasiones, la falta de una buena comunicación y entendimiento entre los
miembros del claustro puede llevar a: -
bloqueo en cuanto a la toma de decisiones, organización de actividades... -
actuaciones contradictorias, por la falta de acuerdo, entre los miembros
del equipo docente o que pueden aparecer como tales para el alumnado,
creando la consiguiente confusión. No se trata con esto de anular las
diferencias individuales o profesionales del profesorado sino de trabajar
como equipo. -
falta de acuerdos o no se tratan algunos temas. 2.b.- Propuestas para un plan de convivencia Habrá
que comenzar por remarcar la necesidad de un plan explícito de
convivencia en los centros con entidad dentro del proyecto de centro
que marque las líneas generales de actuación y principios a seguir en el
mismo. El objetivo sería
hacer sentir el centro de todos/as a través de diversas actividades que
favorecieran una participación amplia de
la comunidad educativa y la creación de un buen ambiente. Dicho
plan debe llegar a la vida diaria y, por tanto, sería conveniente una
concreción anual del mismo en la Programación general Anual, donde se
especifiquen los objetivos para ese curso y la forma de conseguirlo. Algunas
características de dicho plan serían las que a continuación se
proponen:
Para
lograr un plan de convivencia que lo sea de todo el centro debemos cuidar
principios como: -
La convivencia no es un aspecto a desarrollar en paralelo al aprendizaje
pues ambos interactúan y se entrecruzan -
Deben desarrollarse los fines educativos que encierra la consecución de
una buena convivencia. Dentro de estos fines debemos proponernos avanzar
en habilidades en el alumnado de comunicación, relación social y
autonomía. -
Debe ir avalado por la Comunidad Educativa, con la redacción de
documentos vinculantes y clarificadores de los fines, medios necesarios,
etc. -
Un buen clima de convivencia pasa por conseguir la implicación del
profesorado, la
familia y del alumnado. -
El alumnado y el profesorado debiera tener una responsabilidad al margen
de su trabajo personal, que repercutiera en el centro, en el colectivo:
formar comisiones amplias y variadas.
Un
plan de convivencia no puede olvidarse de especificar qué actitudes son
las que pretende favorecer y encuadrarlas en los fines que se propone. Así,
por ejemplo, resulta imprescindible
que logremos una actitud de respeto hacia otras culturas y a otras
formas de pensar y actuar, que nos acostumbremos a extraer lo positivo
de ellas. Se
hace necesario, por tanto, recuperar
la importancia de los valores dentro del proceso educativo. No
obstante para
marcar cualquier tipo de estrategia debemos empezar por analizar cual es
la realidad y en este caso qué actitudes ponemos en juego en las aulas y
centros. En lo que
respecta al profesorado podría decirse, en principio, que no existen
actitudes negativas respecto a la idea que nos hacemos de culturas y
formas de pensar distintas a la nuestra (salvo excepciones). En cambio en
las actitudes “diarias” llevemos muchas veces a cabo actuaciones que
menosprecian a personas de culturas distintas de una u otra forma..
Debemos plantearnos también, por tanto, como esenciales no solo la
actitud del profesorado en todo lo explícito, sino
también en lo implícito y “oculto”.
Si esto es cierto o allá dónde lo sea, será un aspecto a tener en
cuenta para progresar hacia una educación intercultural en igualdad. La
colaboración
es otro ejemplo de actitud esencial para la convivencia y por tanto a
potenciar en el pronunciamiento teórico pero también en la práctica
diaria. Para hacerlo se requiere que desde todos los sectores y desde el
profesorado el primero, se impulse ésta en vez del deseo de sobresalir
individualmente como se hace en muchas ocasiones en la práctica y que
este planteamiento se traslade a todos los ámbitos, desde lo más general
a la dinámica normal de clase.
Una
buena relación de convivencia necesita de elementos físicos a su
alrededor que la apoyen. En
relación a la actividad a realizar con el alumnado no debemos tener en
cuenta sólo lo estrictamente formal o de aula, sino toda actividad que se
haga en el centro, pues en toda se educa y muchas veces existen muchas
posibilidades de agrupaciones diferentes a la “normalizada” y
relaciones que se establecen más allá de la mera clase. Los
espacios físicos, bien sean pasillos, aulas , biblioteca etc. con un
ambiente acogedor, ayudarán a crear un buen clima de relación. Por el
contrario los espacios deteriorados, sucios, no animan a una buena
utilización. El buen estado de las instalaciones y la colocación de
determinados elementos (decorativos...), serán facilitadores de ciertas
actividades y conductas positivas. Por
otra parte parece conveniente hacer una referencia concreta a la
distribución de horarios y distribución del tiempo. Esta no es una
referencia o reflexión incluida generalmente en los centros, al margen de
(o por encima de...) las horas-clase habituales. No se le da la
importancia que tiene en la posible creación de aspectos
positivos o negativos en las relaciones, al ser un condicionante
fundamental del estilos de actividad de todos los colectivos implicados en
el centros. A
modo de ejemplo, y en referencia a los tiempos y espacios, resulta
imposible o muy dificultoso que el profesorado y alumnado se impliquen
realmente en la actividad en el centro, aparte de la docente o discente,
tal y como se dice en los principios a tener en cuenta, sin un horario y
unas condiciones adaptadas a esta necesidad (coincidencia horario,
espacios, etc.)
Las
interrelaciones que se crean en los centros afectan a todos los colectivos
implicados en él. Partiendo
de que no es sólo el profesor o profesora quien provoca una mala o buena
relación, cuando ésta se produce debemos intentar conseguir y promover
que el profesorado reflexione sobre las “malas relaciones” que tiene
con determinado alumno o alumna para buscar soluciones sin o con ayuda.
Igualmente que indague sobre las causas que pueden hacer que con
determinado curso nuestra relación es negativa hasta el punto de sentirse
mal al entrar cada día en clase. Sólo el hecho de “repensar” sobre
dichas situaciones nos puede ayudar a objetivar la situación en parte y
por tanto mejorarla (desdramatizarla al menos) y hacernos sentir mejor y
provocar como consecuencia una mejora en ellas. Un
principio a seguir en este terreno, es lograr el mayor contacto e
interrelación con el alumnado, teniendo suficiente número de horas
con cada grupo. Eso en Secundaria se traduce, por ejemplo, en buscar
alternativas como la impartición del currículum por ámbitos globales en
vez de por áreas, al menos en los primeros cursos de la etapa. En
lo que hace referencia a la relación con las familias: habría que cuidar
primero la reacción en contra de parte del profesorado respecto al
acercamiento de las familias a los centros e introducir el hecho de que la
relación con éstas no debe estar basada en la queja cuando existen
problemas y pasar a dar verdadera importancia para el alumnado al hecho de
que exista cercanía familia-centro para que éstas lo sientan como algo
propio y le den la suficiente importancia haciendo como consecuencia que
el mismo alunado lo vea así.
Para
llevar adelante un plan de convivencia se hace necesario crear una
estructura vanguardista y dinamizadora. Para hacerlo se propone constituir
una Comisión encargada de la convivencia como elemento central y con las
siguientes características y potenciar la acción tutorial 1.-
COMISIÓN DE CONVIVENCIA a)
Partir de las estructuras existentes en los centros En
todos los centros educativos existe una comisión de convivencia
dependiente del Consejo Escolar que, por lo general, adquiere un papel
meramente disciplinario. Creemos
que puede partirse de las estructuras actuales y a partir de ellas
realizar las modificaciones que se consideren adecuadas, pues crear un
marco nuevo, sin enlace con lo anterior, puede resultar más complicado. Nuestra
propuesta pasaría por ampliar su papel y convertirla en el núcleo capaz
de desarrollar un Plan de Convivencia completo. Sería la encargada de
dinamizar, realizar propuestas, evaluar, coordinar… aquellas
actividades, que desde distintos puntos del centro se puedan llevar a
cabo, dándolas una coherencia y un sentido global. b)
Composición de la comisión de convivencia Esta
Comisión debería estar constituida por miembros del Consejo Escolar y
por aquellos departamentos, grupos, personas o actividades que tengan un
marco transversal de funcionamiento: representantes de clase, tutores/as,
departamento de extraescolares, departamento de orientación… -
Equipo Directivo, como miembros del Centro equiparados al resto de los
colectivos, favorecedores del desarrollo de los Planes. (hay quien opina
que el equipo directivo debería de estar desligado de esta comisión
pues se le tiene de referente para cuestiones disciplinarias, otros
opinan por el contrario que debe estar ahí , pues
es positivo que tenga un conocimiento directo de la marcha del
plan). -
El personal no docente no debe quedarse fuera de la Comisión. -
Diferenciar la comisión encargada de sancionar de la de convivencia -
Alumnado, que podrían ser los delegados /as de cada clase. -
Profesorado Dentro
de ella debería haber un mediador
o grupo de mediadores que interviniera en caso de conflictos. Esta
comisión debería tener una periodicidad y dentro de una banda horaria
que permitiera acudir al conjunto de personas implicadas. c)
Funciones de la Comisión de Convivencia Esta
comisión debería suponer un “órgano”
o núcleo del centro diferente a la comisión dependiente del Consejo
Escolar encargada de sancionar. A partir de ella deberían darse
iniciativa en los centros que crearan una buena convivencia, debería
ejercer una labor de mediación, etc. De
una forma esencial esta comisión de convivencia sería la encargada de
dinamizar el Plan de Convivencia, a través de las tutorías y de
cualquier otro ámbito ( para ello debería disponer de la
infraestructura, horarios, de recursos suficientes…) 2.-
LA ACCIÓN TUTORIAL La
importancia que le demos a este elemento reflejará el interés que la
convivencia tiene en los centros educativos. Cuando se encarga la tutoría
a las personas que menos tiempo llevan en el centro o cuando se sitúan
estratégicamente al final de la mañana las sesiones con los grupos,
mostramos un desinterés o un desconocimiento del papel que juegan. La
acción tutorial debe ser abierta en el sentido de incluir en ella los
temas que se vean necesarios, sin restricciones y también en el sentido
de poder utilizar para la misma todos los recursos posibles (horarios,
humanos, etc.) Los
centros han de buscar estrategias que valoricen las tutorías, como por
ejemplo: -
escoger a las personas más adecuadas (dinamizadoras, saber escuchar,
etc.) -
primar la tutoría sobre otras actividades, con contraprestaciones del
tipo: anular guardias y bibliotecas, etc.) -
darle potestad para ejercer la tutoría adecuadamente (convocatoria de
reuniones, mediación en los conflictos…) La
comisión de convivencia antes propuesta, debería establecer una
relación concreta y fluida con el trabajo de tutorías. En concreto podría
proponer actividades a llevar a cabo a partir del plan de convivencia
existente. Estas propuestas serían llevadas a las tutorías como un lugar
fundamental en este terreno, donde serían valoradas, discutidas o se harían
propuestas nuevas, en definitiva se trataría de hacerlas suyas. Como es lógico
este camino sería de “ida y vuelta” y en cualquier momento en las
tutorías se podrían hacer propuestas a la comisión para que pudieran
ser asumidas por toda la comunidad si así se creyera conveniente.
No
nos debemos quedar sólo en formulaciones teóricas y plantearnos cómo,
de qué forma, avanzamos en una línea de actuación de este tipo.
Partiendo siempre de que cada centro, cada comunidad educativa y cada
equipo de profesorado debe marcar sus propias estrategias, podemos citar
algunos elementos que podrían servir como ejemplo: a.-
La actuación en materia de convivencia (como en otras) debe ser
reconocida e ir avalada por la Comunidad Educativa. b.-
Intervenir poniendo en marcha formas de relación
positivas en el mismo profesorado, lo que
representa el avance hacia una actuación como equipo (consenso,
coordinación, etc.) c.-
Tratar de que existan modelos alternativos en los centros que hagan ver la
posibilidad de llevar a la práctica planteamientos como el que aquí se
defiende. Para parte del profesorado la inseguridad, y no el rechazo, a la
hora de llevarlos a la práctica, puede hacer que se decida por opciones
mucho más conservadoras y académicas. d.-
El tema de convivencia debe llevarse a las reuniones habituales del
profesorado como un elemento de trabajo habitual, hacer que sea un tema de
todo el equipo docente. e.-
Potenciar las relaciones
entre los diferentes colectivos que conviven en un centro educativo, más
allá del aula. A veces las relaciones que percibimos o que se dan en los
centros, suelen tener un perfil estanco. Es habitual, por ejemplo, que se
hable de la convivencia de grupos-aula. Sin embargo, se ofrecen menos
experiencias que impliquen a un nivel e incluso a un ciclo, y son contadas
las que hablan de centro. f.-
Tratar de cubrir la
necesidad de formación del profesorado en técnicas que sirvieran para
que “se sintiera bien y favoreciera una
buena convivencia” y técnicas dirigidas a lograr en el alumnado
“una mejor comunicación entre ellos/as y mejor convivencia del
grupo”. g.-
La formación y el perfil del profesorado debe ir dirigido a dar una
educación integral y, por tanto, deben incorporar las ideas que conforman
una educación básica, entre las que se encuentran la madurez en las
relaciones, el desarrollo emocional, la forma de resolución de
conflictos, el aprendizaje a partir de ellos, etc. 3.-
La
coordinación del profesorado en la convivencia Ya
vimos en al apartado de aula que era importante para el desarrollo de un
clima de participación, el que exista un buen nivel de coordinación
dentro del equipo docente. Tal
y como allí se dice, a nivel de centro esa coordinación debe huir de la
uniformización mimética y mecánica. En este caso especialmente (además
de por los estilos personales) porque no estaríamos teniendo en cuenta la
diversidad que tenemos en cada aula. Si
se aplica en todas las aulas de forma mecánica o mimética, en realidad
se puede estar coartando la creatividad y la adaptación al grupo a
diferentes contextos. También en este caso esto lleva a
la necesidad de determinar qué es lo básico
en el centro y con el alumnado que tenemos y hacerlo
coordinadamente . Llegar
a acuerdos en la actuación no es algo que pueda producirse sin el
establecimiento de tiempo para el debate del equipo docente, por
todo el profesorado implicado, de la problemática que se vive en los
grupos-clase. Esto se hace más necesario de revisar en etapas como la
Secundaria, en la que las reuniones de evaluación (trimestral) son los únicos
espacios en donde (a veces) se habla de estos temas. Aun así, tampoco en
el caso de la Primaria e Infantil, en que puede haber alguna ocasión más,
se tratan aspectos de relación y convivencia muchas veces como tema de
trabajo. Avanzar hacia la coordinación en un centro no resulta a veces una tarea fácil. Conviene marcarse algunas estrategias que lo hagan más “asequible” y como paso para mayores grados de coordinación real. Estaríamos hablando desde un intercambio de lo que hace el profesorado en el aula, hasta potenciar una mayor coordinación entre etapas. |
|
Índice del documento Convivencia y conflicto en un centro educativo |
|
Página alojada en la sede virtual de Concejo Educativo www.concejoeducativo.org - Castilla y León |