Educación alternativa / Aprendizajes diferentes, ciudadanía crítica |
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Para
una ciudadanía crítica:
Concejo Educativo sostiene que la educación no es neutral, y toma partido por una educación para toda la población, que luche contra las desigualdades sociales existentes, y por una práctica pedagógica que forme personas socialmente participativas y críticas. El sistema educativo forma parte de un sistema social más amplio, y ambos sistemas, el social y el educativo, son fuente, en la realidad, de desigualdades, injusticias, sufrimientos y frenos al desarrollo personal y colectivo. La educación para una ciudadanía crítica ha de partir, en primer lugar, de buscar una educación para todas las personas en condiciones de igualdad (y de diversidad), para la totalidad de la persona y teniendo en cuenta sus diferentes ámbitos vitales, así como su desenvolvimiento crítico en ellos: es lo que denominamos educación básica. Una educación transformadora necesita desarrollar la crítica a lo existente, pero también las propuestas (en plural), así como una esperanza en las posibilidades de cambio mediante la acción consciente y colectiva. La participación social de toda la población es, entonces, tanto un medio para el aprendizaje como un objetivo del mismo. ¿Qué papel juegan lo escuela y los movimientos sociales en la educación para una ciudadanía crítica? ¿Qué aporta cada cuál? Los movimientos sociales, por definición, están compuestos por personas que se implican voluntariamente en ellos, lo que supone un claro contraste con la educación formal: esto supone una ventaja, en el sentido de que tienen una dirección determinada y, si son realmente críticos, cuestionan el orden existente y crean imaginarios y realidades diferentes. La desventaja está en la dificultad de llegar a la totalidad de la población, especialmente con la restricción que existe en el acceso a los medios de comunicación más populares. En otro sentido, los movimientos sociales suponen un modelo de acción y permiten la posibilidad de imbricar lo que se hace en un contexto de aprendizaje con la acción social real. Sin los movimientos sociales, la crítica realizada en la escuela se queda en un nivel más académico o, cuando mucho, al nivel del “espectador consciente y solidario”, no llega al de la persona activista (militante). En la “educación de ciudadanía crítica”, debemos incluir necesariamente las propuestas que los movimientos sociales transformadores hacen llegar a la población con todas sus actividades de difusión, protesta, etc., pues ahí está el germen de la conciencia y de la actuación que es capaz de oponerse a lo existente; es trascendental que la población haya recibido una visión crítica respecto a un problema e incluso tenga conexiones con gente comprometida (esto incluye al alumnado formal: si sólo es el profesorado el que aporta una visión diferente, es difícil generar cambios de conciencia crítica). Finalmente, dentro de los movimientos sociales se produce un proceso en el que interactúan (o deben hacerlo) la acción y la reflexión, el deseo y la realidad, la utopía y la posibilidad, la autonomía y la responsabilidad, lo que, unido al entramado de solidaridades mutuas y de relaciones humanas, proporciona un marco que en sí supone la construcción de una realidad vital alternativa, junto a un modelo de aprendizaje creador y crítico. Respecto a la educación formal, diremos más bien qué papel “debe” jugar en la construcción de una ciudadanía crítica, pues en general no lo está haciendo (tampoco es cierto el otro extremo, según el cual, la educación sólo contribuye a la domesticación, etc.). La gran oportunidad que ofrece la educación formal es el que, hasta una determinada edad, llega a toda la población. Evidentemente, cuando quienes actúan dentro de la educación formal no persiguen una formación transformadora, esta posibilidad no se aprovecha, pero no deja de ser cierto que cuando educamos críticamente dentro de la escuela obligatoria estamos trabajando con diferentes sectores sociales, con diferentes visiones e intereses, etc. y no sólo con quienes comparten nuestros objetivos. Esto ha de permitir que la labor de los colectivos sociales críticos sea más entendida por todos los sectores sociales, dado que la escuela por la que ha pasado la totalidad de la población ha formado (“debe” haber formado) a todos y todas en la comprensión de los mensajes y facilitado la conexión con los valores y las acciones de los movimientos sociales (con atención especial a quienes están más excluidos del ámbito de intervención pública). En otro sentido, la educación formal debe aportar, si cumple con los objetivos que proclama, una organización y profundización de los saberes y un desarrollo sistemático de las capacidades. Desde la perspectiva de una educación transformadora, esto ha de seguir siendo cierto. Por ejemplo, puede y debe aportar también una serie de datos, de aspectos, que no siempre encajen totalmente con la perspectiva de un movimiento social. Puede y debe aportar también el contraste entre visiones diferentes, el conocimiento de diferentes alternativas, etc., de tal forma que la capacidad crítica y de respuesta del alumnado se sitúe en un marco cada vez más amplio y enriquecido. Por su parte, el modo de operar en una escuela transformadora ha de generar una cultura de la participación consciente y creadora que permita verse a uno/a mismo/a como agente activo en la sociedad, con capacidad transformadora de la realidad social cuando actúa colectivamente. En relación con ello, la educación formal ha de facilitar la formación de activistas; no nos referimos a que el alumnado pase a formar parte de un colectivo concreto, sino de que, mediante el conocimiento y contacto con la labor de los movimientos sociales, ese trasvase pueda producirse de forma voluntaria y crítica, pero sea más fácil que cuando el único modelo que se tiene es el de buscarse la vida individualmente, la diversión estandarizada, etc. También facilitarán este trasvase los puntos antes mencionados respecto a toda la población (conocimientos y valores críticos, visiones diferentes, visiones amplias....). Generar cultura transformadora de forma colectivaCreemos que los colectivos sociales y educativos debemos seguir realizando algunos trabajos en común, y, en concreto, aquí, en Castilla y León. Seguirá siendo necesario realizar algunas reflexiones sobre temas comunes mediante encuentros como los que se han hecho alrededor de la participación social o como el Encuentro-Mesa Redonda sobre ciudadanía crítica, educación y movimientos sociales. Pero creemos necesario realizar alguna acción común que no tenga como destinatarios a los propios colectivos que la organizan, sino que se dirija a la población de Castilla y León, y que, además, vaya creciendo, dejando un poso, construyéndose sobre lo ya hecho. Y también, que sea factible, sin obligarnos a un exceso de reuniones o de gasto de energías, que, como sabemos, debemos utilizar con sensatez. Hay que realizar alguna propuesta que tenga sentido a medio plazo, pero pueda empezar a realizarse poco a poco y que favorezca el trabajo en red, la creación colectiva (sin que ello signifique unificación o coordinación constante). Bien, y todo esto, ¿alrededor de qué?: pensamos que un objetivo de interés común es el generar una cultura crítica y transformadora. No nos referimos principalmente a la cultura como saber más o menos objetivo, o como creación artística, o como puro pensamiento (aunque nada de ello sea rechazable). La cultura, en su sentido más profundo, tiene que ver con la vivencia y con la conciencia, y, por tanto, cultura transformadora es aquella que ayuda a comprender y actuar críticamente en la sociedad en la que vivimos, para superar la desigualdad y la dominación. Cultura transformadora es la que conecta la reflexión con la acción, es el poso que queda después de cada experiencia transformadora y que a la vez aumenta el bagaje para la siguientes. Cultura transformadora es, podemos decir, la que conecta la utopía con las realidades concretas que necesitan superarse. Una propuesta concreta, a realizar en Castilla y León¿Cómo puede empezar a llevarse a cabo? Si consideramos que es importante intentar abarcar un ámbito regional, la creación de un sitio web parece un instrumento muy adecuado. En él se incluirían contenidos críticos comunes y específicos de los diferentes colectivos sociales intervinientes, manteniendo como criterio fundamental el de la facilidad de comprensión del contenido, al menos del que figura en los primeros accesos. También sería necesario que se atendiese al sentir, al saber, al pensar y al actuar. Insistimos en la facilidad comprensión y en la diversidad de acercamientos porque nos parece que serían unas de sus señas de identidad y gran parte de su sentido: hoy día existe mucha información sobre “ecología”, por ejemplo, pero más pensada para activistas informados y especializados que para la población en general (y ésta población accederá mejor si el acercamiento no es sólo de datos y hechos). Así, el tener un lugar de referencia común “crítico” en Castilla y León facilitaría el contacto entre asociaciones de esta región, pero también la generación de una cultura crítica común (no uniforme) entre sectores sociales más amplio. A la vez, sería un lugar de uso educativo (formal y no formal), pero utilizando (y aportando) materiales reales de uso social. No se trataría de buscar una actualización permanente, pues eso requiere muchísima dedicación, sino de que lo que se vaya incluyendo tenga sentido meses o algunos años después, con lo que, aunque el ritmo de crecimiento sea lento, a medio plazo se consigue tener un sitio web de indudable interés. Otra ventaja que puede tener para cada colectivo es que le permitiría difundir algunas cuestiones específicas en la propia web y además, actuaría como “portal” común (que puede difundirse para que se convierta en lugar de referencia en Castilla y León) que da entrada mediante enlaces a los sitios web propios y diferenciados de cada colectivo. Somos
conscientes de las limitaciones del medio (falta de acceso de toda la
población, barreras técnicas, ausencia de relación personal...), pero
no debemos olvidar sus potencialidades (escaso dinero requerido,
posibilidad de sumar y coordinar sin necesidad de reuniones constantes,
facilidad de difusión, trabajo en red....). En todo caso, las
limitaciones también habrían de abordarse a medio plazo: facilitar el
trasvase entre el mundo real y el virtual (esto puede hacerse, al menos, a
nivel local), facilitar encuentros u otras actividades presenciales, etc. Aportación
de Concejo Educativo al Encuentro-Mesa Redonda "Educación y
movimientos sociales", en el marco de la 24 Escuela de Verano de CyL
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