|
Castilla y León tiene
unas características
propias que nos obligan a concretar nuestras
propuestas. Algunas de ellas pueden ser positivas, favorecedoras de los
procesos educativos tal como los defendemos (valoración por las familias
de la educación...) pero otras muchas plantean importantes retos
(despoblación de muchas comarcas...) o dificultan tales procesos
(conservadurismo, tradición del individualismo, escaso y disperso tejido
asociativo...).
Las realidades son, no
obstante, muy diferentes entre unos lugares y otros: desde
barrios
con graves problemas sociales hasta los residenciales de clases medias,
pasando por las grandes barriadas obreras
en el ámbito urbano. Existen
también localidades intermedias, semiurbanas, y una gran cantidad de núcleos
plenamente rurales, pero no asimilables entre sí: agrícola-cerealistas,
agroganaderos, marginales de montaña, cercanos a una ciudad, mineros con
inmigración y otros con actividad turística, a su vez con muy diferentes
niveles de accesibilidad, situación económica, etc.
Casi la mitad de la
población de Castilla y León es rural, y una buena parte reside
en comarcas con débil densidad y gran dispersión
demográfica. Este
hecho ha de ser debidamente tenido en cuenta en lo que atañe la red de
centros y ofertas educativas, así como en los aspectos curriculares y
organizativos de los centros.
La concreción curricular
en Castilla y León ha de ir más
allá de incluir referencias regionales en los contenidos conceptuales. Proponemos que
la actividad
educativa tenga como uno de sus referentes los problemas y conflictos
de Castilla y León (dentro de un marco más global, sin el cual estos no
son abordables). Algunos de ellos pueden ser:
-
La identidad cultural:
universal – propia, abierta - crítica
-
Los problemas del medio
ambiente
-
La actividad económica y
el futuro de la región
-
Desarrollo comunitario y
marginación / desigualdad (en los planos sexual, étnico, socioeconómico...)
-
La distribución de la
población y los problemas asociados
|
|